Tres alumnos del taller de periodismo que dicta Matías Capelli escriben sus manifiestos sobre lo que es y debería ser la práctica del periodismo de rock.
La chispa adecuada
El periodismo musical, el periodismo de rock, se encarga de… la música ¿y qué es la música? ¿Una forma de expresión? ¿Un arte? ¿Sonidos? Y el rock ¿Qué es el rock? ¿Un estilo?¿ Una forma de gritarle al mundo lo que uno piensa sin censuras? ¿Rebeldía? ¿Un negocio? ¿Todo eso junto o nada?
Si el objetivo no esta claro, si no posee una estructura, forma o como se quiera llamar, fija, el periodismo de rock tiene que despojarse de la estructura clásica, ser dinámico, una fusión entre la información que no se debe manipular y lo que opina quien escribe. Una chispa, una chispa diferente que otros periodistas no necesitan. ¿Chispa? Sí. De humor, de ironía, de maldad: de rock.
Carolina Aponte Ramírez
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Soy rock
¿Qué es el ROCK? Es el KCOR al revés. Esta frase era dicha por un Luca Prodan de lentes espejados allá en los oscuros ochenta.
¿Sabría Alan Freed realmente a que nos exponía al posar la púa sobre esos tempranos vinilos?
Pete Townshend, de The Who, acuñó una hermosa definición: "Si grita pidiendo verdad en lugar de auxilio, si se compromete con un coraje que no está seguro de poseer, si se pone de pie para señalar algo que está mal pero no pide sangre para remediarlo, entonces es rock androll”.
Por ahí se dijo también que los BEATLES además de componer las mejores canciones del siglo pasado también se encargaron de –inventar– la adolescencia.
Detengan las rotativas, que alguien apriete el botón rojo. Porque si esta música dio el puntapié inicial a un mundo nuevo, que lleva alrededor de 50 años girando y siendo nuevo a la vez, cada día, casi imposible analizar … ¿Cómo hacemos para indagar las consecuencias de este fenómeno?
El periodista de rock, el periodismo de rock, el periodismo y el rock. ¿Qué decir? Expectativas, muchas; certezas, pocas; sentires, varios; reglas, ninguna, o tal vez esa sea la única: que no hay reglas.
Un periodismo sin límite, sin frontera, filoso, sexy, confrontativo, rabioso, de choque, de dientes apretados, de ir siempre con la verdad, con coraje y sin pedir sangre para redimirlo.
Solo así entonces será periodismo de rock en roll.
Víctor Najmías
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Devenir periodista de rock
Ser periodista no es una cuestión de ser, sino, más bien, de estar siendo mientras se está escribiendo. El periodista de rock nace de su propio texto y oficio. Su materia prima y esencia es la palabra. Con ella debe pigmentar de colores la hoja en blanco, para decir a otro, mejor dicho, para comunicar a otro, eso que tiene la suerte de ver y escuchar.
Pero para comunicar es necesario crear un lazo con el lector, y ese lazo no es otra cosa que la palabra, capaz de generar un puente consistente por donde transitar de manera apacible o no, porque el periodismo debería interpelar de alguna manera. Textos que cachetean y en muchos casos dejan sin aliento, ahí en esa zona incomoda, debería ubicarse el periodista de rock.
El periodista de rock: es decir sus textos, son pequeñas transmisiones, retratos sujetivos, postales de ese insondable inframundo de un género que nació para transgredir límites, plagado de matices y alternancias.
Directo al corazón y luego a la cabeza. Porque lo mejor se degusta, una buena nota la lees más de una vez. Una buena canción la escuchas toda la vida.
La música tiene eso: es una compañía fiel, podes ser egoísta y escucharla en la intimidad de una habitación o compartirla en un estadio de fútbol con miles de personas. Y para cada estilo de música, hay un tipo periodista. Yo quiero devenir uno sin límites, con tachas, peinados punks, pantalones glam y con bolsillos llenos de canciones, plegarias a viejas y nuevas revoluciones, de pequeña envergadura o de grandes hazañas. No importa.
Nadia Caramella