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Cerca de las 21.30, finalmente, cuando la tensión y expectativas del público iban en aumento, como un gran corazón que palpita cada vz más aceleradamente, las luces se apagaron y los muchachos liderados por Thom Yorke ingresaron al escenario. Se produjo el segundo de silencio que antecede a los grandes acontecimientos de la música. Y a partir de eso, comenzó una secuencia interminable de hermosas canciones y brillantes ejecuciones. Radiohead suena en vivo tan bien o incluso mejor que los discos. La voz y la sensibilidad de Yorke hicieron erizar la piel, y el resto de los músicos se acoplaron a él para sonar ensamblados hasta la perfección. De cada canción una nueva atmósfera envolvía y se desparramaba por cada rincón del auditorio.
Sin ser tribuneros, porque entre otras no sonaron Fake Plastic Love, High &Dry o Just, los ingleses hicieron un show compacto y alta calidad musical. Además, un desfile de temas inolvidables se hizo presente. Pudieron escucharse desde Karma Police, No surprises, Everyhting in its right place hasta el super hit Creep. El sonido fue impecable, nítido y en el punto justo. Transmitir la magia, la hipnosis y el empacho de música que disfrutamos durante más de dos horas es imposible. Por eso les dejamos esta crónica breve y fría. Sepan disculpar.
1 comentario:
snif
A night to remember
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