Comenzó en Buenos Aires hace 8 años, en un embarrado pero mágico Hipódromo de San Isidro. Allí, algunos miles de curiosos y amantes de la música electrónica compartieron una velada inolvidable y sorprendente, con gran cantidad de propuestas y artistas que exploraban un universo de sonidos todavía casi vírgenes. Hoy, convertida en la fiesta más convocante en el mundo de la marca Creamfields, esa celebración de la música electrónica sucumbió -como de alguna manera, también la propia música electrónica, que pareciera no poder renovarse- frente al furor indiscriminado de los jóvenes por estar "de fiesta", más allá, casi, de la música que esté sonando de contexto.De todos modos, aún Creamfields es para los músicos y gustosos de los sonidos digitales una enorme posibilidad de acercarse a las últimas y más novedosas propuestas artísticas del universo electrónico. Nuestra hipótesis: cada vez menos melódicos y más invadidos por sonidos minimalistas, la última tendencia pareciera responder más a la extrema - y fría- utilización de tecnología que a la sensibilidad esencial del hombre para usar y ensamblar todas las posibilidades de las máquinas para crear sonidos armoniosos.
Sin ser especialistas en el tema, bien de todos modos podemos opinar al respecto. Y ver, y escuchar, durante toda la tarde noche del sábado, madrugada del domingo, todo lo que suceda en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires. En principio, nuestras apuestas: Booka Shade, alemanes, y Simian Mobile Disco, británicos. La fija, Gorillaz Soundsystem (sin Damon Albarn, con una formación adaptada, pero al parecer con un show a pura luces y efectos que amenaza con ser divertidísimo). Y los clásicos: Erick Morillo, Steve Lawler, Hernán Cattáneo, Cassius. Más info: www.creamfieldsba.com
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