Habíamos anticipado una buena propuesta del fin de semana Personal Fest, y confesado grandes dudas sobre las posibilidades reales de pasarla bien escuchando música, a pesar de la calidad de los artistas invitados. Es que las experiencias anteriores y el propio concepto actual de festival de música no permiten otra cosa que sospechar en una especie de boicot a las posibilidades infinitas de disfrute y conexión con el mundo que pueden alcanzarse en un concierto.
Primero, breve repaso y una aclaración. Ayudado por la ausencia absoluta de viento, el sonido fue perfecto. Y una certeza: los festivales no son pura música. Stand de sponsors y distracciones, más recitales de una hora (salvo los shows de cierre) son barreras inexpugnables y al parecer imprescindibles -inevitables?- para este tipo de eventos.
Viernes, día 1. En el escenario más grande, pioneros y capos de la última gran generación del rock británico, el brit pop, los Jesus & Mary Chain desplegaron sus guitarras y sus canciones oscuras e hipnóticas en un show que estuvo bien. Para los fanáticos, tal vez hubiera sido mejor algo más de intimidad, un lugar cerrado o más pequeño, porque así es la propuesta de los hermanos Reid, líderes de la banda. Para los que no los conocían, tal vez hayan faltado algunos temas más movidos, un poco más de gancho para atraer espectadores vírgenes al apostolado de Jesús.
Sábado, día 2. Después de ver un rato a Banda de turistas, una de las bandas jóvenes argentinas con mayor proyección, nos encontramos con Kaiser Chief, banda bien inglesa, amantes de la cerveza, pura energía y buena onda. Dieron un recital bien arriba, desparramaron y contagiaron a todos con su rock de los suburbios, bien garage, y gracias a la entrega del líder, el cantante Ricky Wilson, divirtieron y se divirtieron mucho. Luego, vino REM, que si bien no ofreció nada fuera de lo que se esperaba, cumplió a fuerza de hits, de una prolijidad sonora impecable, y del carisma de Michael Stipe -ovacionado al grito de ¡Miguel, Miguel!- el pelado que todos identificamos como el rostro visible de la banda.
Para el final, lo mejor que pasó en esta semana de música. Spiritualized, que dejó en estado de shock a más de uno el viernes en Personal Fest, había regalado ya un concierto inolvidable, de esos que jamás se borraran de los recuerdos (como Pearl Jam en Ferro, como los de la primera visita de los Rolling Stones, como AC/DC en River), el miércoles pasado en la trastienda. Si alguien pensaba que era imposible transitar, en un mismo recital, por los senderos del amor y la furia, la armonía y el caos, la luminosidad y lo oscuro, la felicidad y la incertidumbre, todo eso, y mucho más, que ni siquiera puede transmitirse con palabras, ofreció la increíble banda liderada por un personaje y músico no menos fascinante, Jason Pierce (Spacemen). Abajo, uno de sus temas.
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